Pablo Vázquez es un torrente de vitalidad, que no un “torrente” a secas. En el escenario, como buen gallego, su voz se impone. Por algo sus comienzos más tiernos fueron en el mundo del doblaje. Después llegó la RESAD y desde entonces hemos podido verlo en numerosos montajes teatrales así como en alguna serie de televisión. Cocinero de relumbre, lo mismo lidia con un osobuco que encurte unos boquerones... Lo que se dice un partido.
L.P: ¿Qué dará más miedo, la noche del estreno o una espera en el burladero? P.V.: Las dos son profesiones en las que tienes mil ojos observando cada detalle. Tampoco hay que olvidar que el torero se juega la vida y eso es otra dimensión que respeto y valoro mucho. Pero en el teatro, miedo como tal, no es. Es una mezcla de nervios, ilusión, desazón, taquicardias, que segundos antes de salir se transforman en concentración pura. Ese proceso, el “gusanillo” que llaman unos, es el veneno del teatro. No conozco todavía nada comparable a esa sensación. Si bien es verdad que todo eso se disfruta cuando uno ya ha templado los nervios y las cosas salen bien. |
L.P: Tú comenzaste en el mundo del doblaje, pregunta traicionera: ¿Doblaje o versión original?
P.V.: Creo que tener que elegir entre una cosa y otra es una pérdida de tiempo. El doblaje en España data de la II República y no es una cosa que se inventara Franco como se oye a veces por ahí. Digamos que fue una herramienta para facilitar el visionado de películas extranjeras a las personas que no entendían inglés o francés...
También es cierto que después, la censura se valdría del doblaje para hacer de las suyas, pero no fue concebida para este menester. Ya me gustaría ver a mi que cultura cinematográfica hubieran tenido nuestros padres y abuelos si el doblaje no se hubiera inventado. Yo creo que muy poca. Y sus referentes de Hollywood se hubieran quedado en sombras nada más. Honestamente, conozco a poca gente que nació en la década de los años 30 que entienda o hable un idioma extranjero. En consecuencia el doblaje con los años también se estiliza, se sofistica y con él sus técnicas. Cada vez hay mejores actores y actrices y la profesión se dignifica. El doblaje es un aporte y apoyo cultural.
Hoy en día tenemos la suerte de elegir de que manera queremos ver una película. Por lo tanto ese debate se cierra en el momento en que tenemos poder de decisión.
P.V.: Creo que tener que elegir entre una cosa y otra es una pérdida de tiempo. El doblaje en España data de la II República y no es una cosa que se inventara Franco como se oye a veces por ahí. Digamos que fue una herramienta para facilitar el visionado de películas extranjeras a las personas que no entendían inglés o francés...
También es cierto que después, la censura se valdría del doblaje para hacer de las suyas, pero no fue concebida para este menester. Ya me gustaría ver a mi que cultura cinematográfica hubieran tenido nuestros padres y abuelos si el doblaje no se hubiera inventado. Yo creo que muy poca. Y sus referentes de Hollywood se hubieran quedado en sombras nada más. Honestamente, conozco a poca gente que nació en la década de los años 30 que entienda o hable un idioma extranjero. En consecuencia el doblaje con los años también se estiliza, se sofistica y con él sus técnicas. Cada vez hay mejores actores y actrices y la profesión se dignifica. El doblaje es un aporte y apoyo cultural.
Hoy en día tenemos la suerte de elegir de que manera queremos ver una película. Por lo tanto ese debate se cierra en el momento en que tenemos poder de decisión.
L.P: ¿Dónde y cuándo se cruzó el teatro en tu camino?
P.V.: Yo no tenía las cosas muy claras que digamos con 19 años y una compañera del instituto nocturno en el que “estudiaba” me ofreció hacer un papelito en una función de Lorca, “El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín”. Yo le dije que si pero supuse que ese ofrecimiento se desvanecería y reconozco que lo olvidé. Pasado un tiempo, una noche llamaron a casa y esta chica me dijo que todo estaba preparado para poder empezar a ensayar. Yo le respondí con evasivas, que si estaba ocupado…es que no sé…
Entonces irrumpió mi madre en escena y me dijo que tenía que hacerlo, que si me había comprometido de primeras ahora no podía echarme atrás. Y lo hice, vaya si lo hice. Ganamos el 1er Premio de un certamen de teatro local y con el dinero ganado nos fuimos a Granada. Conocimos la casa de Lorca en Fuente Vaqueros. Al llegar a casa plantee la posibilidad de estudiar interpretación y mis padres en contra de lo que le sucede a muchos actores, dijeron que si, adelante. Me examiné dos veces en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y a la segunda…Bingo!!!
L.P: A pesar de estar catalogado como “actor joven” lo tuyo es una carrera de fondo en la que ya acumulas un buen número de apariciones en montajes teatrales. ¿Crees que el teatro es para corredores de fondo y en la tele se esprinta más?
P.V.: Es dificil contestar a esto. Cada uno en la profesión tiene su experiencia. En la televisión dependiendo del proyecto que sea se esprinta más o menos. No es lo mismo una serie de difusión diaria donde se imprime una velocidad de vértigo, que una serie semanal donde se cuidan más las cosas porque hay tiempo para ello. Si a lo que te refieres es si mediante la televisión se llega antes a un objetivo: popularidad, fama, prestigio..etc..., lo que he dicho antes tiene mucho que ver. Los buenos proyectos, los que se hacen sin prisas, cuidando la interpretación, los guiones, las tramas, son los que tambien hacen más solida la carrera de un actor.
El teatro es un oficio en el que uno está más expuesto, y la notoriedad, la popularidad se vive de otra manera. El prestigio te lo dan los propios compañeros, la gente del teatro y hacerse famoso dedicándose a esto es una quimera. Yo me conformo con ser famoso en mi casa.
En definitiva este oficio es una carrera de fondo muy larga en la que el ganador no es el que llega primero, sino el que llega.
P.V.: Yo no tenía las cosas muy claras que digamos con 19 años y una compañera del instituto nocturno en el que “estudiaba” me ofreció hacer un papelito en una función de Lorca, “El amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín”. Yo le dije que si pero supuse que ese ofrecimiento se desvanecería y reconozco que lo olvidé. Pasado un tiempo, una noche llamaron a casa y esta chica me dijo que todo estaba preparado para poder empezar a ensayar. Yo le respondí con evasivas, que si estaba ocupado…es que no sé…
Entonces irrumpió mi madre en escena y me dijo que tenía que hacerlo, que si me había comprometido de primeras ahora no podía echarme atrás. Y lo hice, vaya si lo hice. Ganamos el 1er Premio de un certamen de teatro local y con el dinero ganado nos fuimos a Granada. Conocimos la casa de Lorca en Fuente Vaqueros. Al llegar a casa plantee la posibilidad de estudiar interpretación y mis padres en contra de lo que le sucede a muchos actores, dijeron que si, adelante. Me examiné dos veces en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y a la segunda…Bingo!!!
L.P: A pesar de estar catalogado como “actor joven” lo tuyo es una carrera de fondo en la que ya acumulas un buen número de apariciones en montajes teatrales. ¿Crees que el teatro es para corredores de fondo y en la tele se esprinta más?
P.V.: Es dificil contestar a esto. Cada uno en la profesión tiene su experiencia. En la televisión dependiendo del proyecto que sea se esprinta más o menos. No es lo mismo una serie de difusión diaria donde se imprime una velocidad de vértigo, que una serie semanal donde se cuidan más las cosas porque hay tiempo para ello. Si a lo que te refieres es si mediante la televisión se llega antes a un objetivo: popularidad, fama, prestigio..etc..., lo que he dicho antes tiene mucho que ver. Los buenos proyectos, los que se hacen sin prisas, cuidando la interpretación, los guiones, las tramas, son los que tambien hacen más solida la carrera de un actor.
El teatro es un oficio en el que uno está más expuesto, y la notoriedad, la popularidad se vive de otra manera. El prestigio te lo dan los propios compañeros, la gente del teatro y hacerse famoso dedicándose a esto es una quimera. Yo me conformo con ser famoso en mi casa.
En definitiva este oficio es una carrera de fondo muy larga en la que el ganador no es el que llega primero, sino el que llega.
L.P: Has trabajado con números directores, Gerardo Vera, Ernesto Caballero, Sanzol, Gustavo Tambascio… ¿algo en común en todos tus trabajos?
P.V.: Son directores totalmente diferentes. Encontrar algo en común sería dificil porque son personalidades muy dispares y con un imaginario muy concreto y peculiar. Comparten el amor al teatro y a la comedia y tienen un gran respeto por sus actores.
LP. Desde tiempos de Plauto el teatro está en crisis. Por eso, y como ahora todo está en crisis (nosotros pensamos que la crisis no existe, son los padres), entonces el teatro por fin está en casa y debería estar más de actualidad que nunca… ¿Cómo se ve la faena siendo el toro?
P.V.: Es curioso, pero ahora más que nunca se están abriendo salas en Madrid, al mismo tiempo que el ayuntamiento las está cerrando (todo hay que decirlo). No son imaginaciones mías y me da la sensación de que se está generando algo alucinante y se está demostrando que los jóvenes del teatro vienen pisando fuerte con iniciativas, nuevos grupos de teatro, de formación. Vamos, que no piensan rendirse. Yo tengo mi propia compañía de teatro, casi todos mis compañeros tienen proyectos propios que pagan de su propio bolsillo y esa actividad tan compulsiva solo puede generar cosas buenas. El teatro siempre ha gozado de una mala salud de hierro y no estamos dispuestos a que vaya a peor, aunque algunos parecen estar deseándolo.
P.V.: Son directores totalmente diferentes. Encontrar algo en común sería dificil porque son personalidades muy dispares y con un imaginario muy concreto y peculiar. Comparten el amor al teatro y a la comedia y tienen un gran respeto por sus actores.
LP. Desde tiempos de Plauto el teatro está en crisis. Por eso, y como ahora todo está en crisis (nosotros pensamos que la crisis no existe, son los padres), entonces el teatro por fin está en casa y debería estar más de actualidad que nunca… ¿Cómo se ve la faena siendo el toro?
P.V.: Es curioso, pero ahora más que nunca se están abriendo salas en Madrid, al mismo tiempo que el ayuntamiento las está cerrando (todo hay que decirlo). No son imaginaciones mías y me da la sensación de que se está generando algo alucinante y se está demostrando que los jóvenes del teatro vienen pisando fuerte con iniciativas, nuevos grupos de teatro, de formación. Vamos, que no piensan rendirse. Yo tengo mi propia compañía de teatro, casi todos mis compañeros tienen proyectos propios que pagan de su propio bolsillo y esa actividad tan compulsiva solo puede generar cosas buenas. El teatro siempre ha gozado de una mala salud de hierro y no estamos dispuestos a que vaya a peor, aunque algunos parecen estar deseándolo.
L.P: El teatro del esperpento utilizaba la metáfora de los espejos deformantes ¿puede el teatro ayudarnos a recuperar una visión “correcta” de la realidad? P.V.: El teatro cumple con muchas funciones desde lo político, lo lúdico y lo docente. Mentiría si dijese que comulgo con todas las propuestas que se hacen desde el teatro y sus espectáculos. Lo que si que puede hacer el teatro es denunciar lo que a vista de “casi” todos es indignante e injusto. Es una herramienta imprescindible y un baremo muy exacto del estado de un pais y de una sociedad. LP: Por último, nos alegraría saber que tienes proyectos en la manga ¿Nos adelantas alguno? P.V.: Pues si, hay proyectos. Comienzo los ensayos de un musical que se estrenará en el Circo Price dirigido por Gustavo Tambascio y me reservo el título, pues aún no se sabe como se llamará exactamente. Estoy también terminando de grabar la segunda temporada de “Amar es para siempre” donde encarno al malvado profesor Don Gabino y en breve comenzaré a ensayar “Tomás Moro” dirigido por Tamzin Townsed. | L.P.: ¡ Muchas gracias Pablo ! Ha sido un placer. P.V.: Gracias por concederme un espacio en Pic-Nic, y a todos vosotros ID AL TEATRO, CARAMBA!!!! |